Abierto el plazo de presentación de trabajos entre el pasado 30 de Noviembre y el 28 de Diciembre, se han recibido en la Biblioteca los trabajos que reproducimos a continuación:

  

Alumnos/as de entre 6 y 8 años.

1.- Los Regalos Perdidos.

Erase una vez un pueblo llamado Castil de Campos.

A este pueblo llegaron tres Reyes Magos que se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar. Vinieron con sus camellos llenos de regalos. Por el camino perdieron unos pocos regalos, luego vinieron unos niños pobres que se encontraron los regalos y se los llevaron.

Los Reyes Magos al ver que les faltaban unos cuantos regalos se sorprendieron mucho. Fueron a las casas y les dijeron a los papás que este año no iban a tener regalos.

Cuando vieron a unos niños con los regalos les dijeron que esos regalos no eran suyos. Volvieron a las casas y les dijeron a los papás que habían encontrado a unos niños con sus regalos.

Los Reyes Magos les dijeron a los papás que si tenían algunos juguetes que no le sirvieran para dárselos a los niños pobres que habían encontrado los regalos, los papás les respondieron que si. Y así los Reyes Magos tuvieron regalos para todos los niños y niñas de este pueblo.

Esa Navidad todo el pueblo de Castil de Campos fue muy feliz compartiendo regalos.

2.-  El Muñeco de Nieve que Hablaba

Había una vez un muñeco de nieve que hablaba, un día vió a una persona por la calle.

     – ¿Es que nunca miras a la gente? – dice el muñeco.

     – ¿Quién me habla? – dice el niño

Y entonces el niño se largó pitando hacia su casa. Desde ese día ya no pasaron mas niños. Pero solo pasaban las personas mayores.

Un día hubo una gran tormenta pero como el muñeco de nieve estaba debajo de su pino no le pasó nada. Un día pasó un niño y el muñeco de nieve se alegró, estuvo a punto de decirle hola pero decidió no decirle nada porque sabía que se iba a ir.

Un día el muñeco de nieve vió que unos niños estaban haciendo otro muñeco de nieve y quería ver si ese muñeco de nieve también hablaba como él.

Al día siguiente el muñeco de nieve ya estaba preparado  y cuando no había gente el muñeco de nieve se puso a hablar con él y le respondió:

     – Hola – dice el muñeco de nieve viejo.

     – Hola – dice el muñeco de nieve nuevo.

     – ¿Te gusta ser un muñeco de nieve que habla? – dice el muñeco de nieve viejo.

     – Pues si – dice el muñeco de nieve nuevo.

     – ¿Y a ti? – dice el muñeco de nieve nuevo.

     – Si – dice el muñeco de nieve viejo.

Desde ese día los dos muñecos de nieve siempre estan hablando, menos cuando vienen personas.

Un día dos niños venían con una escoba y el muñeco de nieve viejo se asustó porque creía que le iban a dar escobazos.

Y eran para ponérselos a los muñecos de nieve.

     – Hay que alivio – dice el muñeco de nieve viejo.

     – Yo ya sabía que no nos iban a hacer nada malo – dice el muñeco de nieve nuevo.

Pero el verano iba llegando y los muñecos de nieve se iban derritiendo.

Pero llegó el día en los que los muñecos de nieve se derritieron, aunque se derritieron felices porque por fin habían tenido un amigo.

    

Alumnos/as de entre 9 y 12 años

1.- Los copos de nieve

Érase una vez un duende llamado Felipe. Le ayudaba a Papa Noel a dar los regalos pero Papa Noel se enfadó con Felipe porque le dijo que no cabía por la chimenea y él si cabía y se metió para poner un regalo y cuando salió Papa Noel le dijo:

     – ¡Vete de aquí!

Felipe le contestó:

     – ¡Gordo!

Felipe se fue a su pueblo que se llamaba Villa Buena y allí no celebraban la Navidad, pero cuando llegó Felipe estaban celebrando la Navidad. Pero un muñeco de nieve estaba triste, Felipe lo vió y le dijo:

     – ¿Qué te pasa?

Y le contestó el muñeco de nieve:

     – Es que no tengo amigos.

Felipe le dijo:

     – ¿Quieres ser mi amigo?

El muñeco de nieve dijo que vale, ya era de noche y encendieron las luces de la plaza, había bastante gente y unos niños jugaban. Los niños se llamaban Sara, Manuel, Pepa y Ricardo. Estaban jugando al escondite y se la quedaba Pepa, contó hasta 50 rápido pero se cayó de boca y se fue llorando y no jugó más. Todos se fueron a sus casas a dormir, se despertaron y allí estaban los regalos y se emocionaron un monton. Jugaron con sus amigos y con Felipe pero Felipe se volvió con Papá Noel a ver si le perdonaba. Felipe le encontró y le dijo:

     – ¿Me perdonas?

Papa Noel le dijo:

     – Claro que sí, es Navidad.

Felipe le dijo:

     – Muchas gracias

Estaba nevando en Villa Buena, Papá Noel y Felipe jugaron con Sara, Manuel, Pepa y Ricardo. Jugaron con la nieve a hacer angelitos. Ya llegaron los Reyes Magos, Felipe pidió un perrito, llegó a su casa y le preguntó a su madre:

     – ¿Dónde está mi regalo?

Le dijo la madre:

     – Ve al salón y encuéntralo.

Felipe entró y vió su regalo debajo del árbol y era un pastor alemán pequeñito, Felipe se puso muy contento. Su madre le dijo:

     – ¡Vamos a cenar!

Cuando Felipe entró en la cocina se encontró a sus primos y abuelos y dijo Felipe:

     – ¿Mamá que hace la familia aquí?

Su madre le dijo:

     – Qué estan celebrando la Navidad con nosotros cariño.

Contestó Felipe:

     – ¡Anda que chulo!

Y ya empezó la escuela y le dijo la maestra Lola:

     – ¿Cómo habéis pasado en la Navidad, chicos y chicas?

Felipe le dijo a la maestra todo lo que había hecho. Vino una niña nueva al colegio entró y se presentó y dijo:

     – Me llamo Ana tengo 7 años, vivía en Escocia y me he mudado aquí porque viven mis abuelos Pedro y Teresa.

Marcos le dijo:

     – ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Ana le contestó:

     – El 19 de Febrero

Y Marcos le dijo:

     – ¡Cómo Julia!

Ana le dijo:

     – ¿Quién es Julia?

Marcos le dijo:

     – Está detrás de Felipe

Ana dijo:

     – Que guapo eres Felipe.

La maestra dijo:

     – ¡Callaros ya! ¡Ana siéntate!

Ya empezo el recreo y Ana jugó al fútbol, todas las niñas decían que era muy rara, porque a ninguna le gustaba, después Ana era muy buena jugando y todos fueron felices y comieron perdices.

2.- El duende de las manos largas

Érase una vez un bosque, un bosque tan pequeño que no se podía ver. Allí vivían seres mágicos y raros, como hadas, enanos, duendes,… Y seres de cuentos como Pinocho, Caperucita Roja, el Lobo Feroz,…

En una de las casas vivía un duende muy pero que muy malo. Ese duende nunca salía de su casa, ni para las fiestas ni cuando pasaba algo malo, que seguro que había sido él. Era un ser horrible, muy mala persona, odiaba a la gente.

Llegaba la Navidad y como siempre los niños iban cantando villancicos casa por caa. Cuando llegaron a la casa del duende cuyo nombre era Gruñón, tocaron a la puerta y Gruñón abrió bruscamente. Los niños cantaron un villancico:

     – Navidad, Navidad dulce Navidad, te deseamos este año una dulce Navidad.

A él no le hizo mucha gracia y les dijo:

     – ¿Vosotros creéis que con esos cantos me vais a alegrar la peor fiesta de todas? ¡Iros de aquí ahora mismo!

Y cerró de un portazo. Los niños muy asustados se fueron llorando. Gruñon les vigiló por la ventana y cuando se fueron empezó a reírse:

     – Como se vuelvan a acercar ami casa ya veremos quien llora.

Se sentó y empezó a leer su libro favorito, el único que tenía, llamado, "Como hacer fechorías sin que te descubran". Todos los días se leía un capítulo de ese libro.

La siguiente idea que leyó fue: "Si a ti no te gusta la Navidad haz esta fechoría y verás; roba todas las cosas valiosas de la gente y seguro que ellos tampoco disfrutan de la Navidad"

Cuando terminó de leer se dió cuenta de que no era muy buena y suguió leyendo y encontró otra idea muy buena: "Ve a los ordenadores de tu ciudad y rómpelos todos sin que quede ninguno"

Gruñón no tenía ni idea de como romper un ordenador y por suerte en la siguiente página salían las instrucciones.

Gruñón estuvo un rato pensando si salir de su casa o no. Hacía tanto tiempo que  no salía que puede que se perdiera. Subió al desván y cogió una caja en la que ponía: "Caja de cosas antiguas". La abrió y dentro había varia cosas. Rebuscó y encontró el mapa de la ciudad. Bajó y se puso ropa colorida para hacerse pasar por un turista. Abrió la puerta de su casa y se fijó en que todo el mundo se lo pasaba muy bien pero penso:

     – ¡Vaya, no saben lo que les espera, cuando les rompa los ordenadores!

Cerró la puerta, le echó sus siete cerrojos y salío corriendo. Al llegar a la plaza sacó el mapa y buscó el Ayuntamiento, cuando lo encontró fue hacia él y se apuntó a las clases. Al entrar en la clase se presentó. Al pasar unos días se ganó la confianza de todos y le pidió al maestro que le dejara volver esa noche y le dijo que sí.

Al anochecer Gruñón volvió a cumplir el plan y mientras iba cantando:

     – Malo, malo, malo, malo, malo, malo siempre yo seré.

Y así fue como los rompió, como decía el libro. Pero aunque Gruñón no se diera cuenta había cámaras de vigilancia y al siguiente día en clase estuvieron mirando las cámaras y salía Gruñón rompiendo los ordenadores y dijeron:

     – ¡Ha sido Gruñón, detenedlo, metedlo e la cárcel. Se merece todo lo que le hagáis, llevadlo al consejo de enanos!

El consejo de enanos dijo que lo metieran en la cárcel durante ocho días. Cuando estaba en la cárcel se dió cuenta que no sería tan malo si no le diera miedo a la gente. Y cuando salió de la cárcel intentó hacer amigos pero todo el mundo se alejaba de él con miedo. Entonces se le ocurrió una idea para que todo el mundo le hiciera caso de una vez por todas. La idea era un poco mala pero seguro que después de explicarselo lo entenderían, así que se puso manos a la obra. Cogió un papel y un boligrafo y apuntó: Caperucita Roja, Pinocho, Lobo Feroz y hada.

El plan era robarle a cada uno de ellos su cosa más valiosa. Por la noche fue a casa de Caperucita Roja y le robó su caperuza, al lobo le robó su gran soplido, a Pinocho sus zapatos y a las hadas su magia.

Al día siguiente era Navidad y hubo una reunión de vecinos en la plaza, allí se hablo de los robos que se habían cometido y Gruñón con una bolsa muy grande les dijo:

     – He sido yo.

Y todos dijeron:

     – ¡Devuélvenos nuestras cosas ladrón!

Gruñón un poco asustado dijo:

     – Tengo una explicación. Mirad, lo hice para que me prestarais un poquito de atención, me siento mal por haber sido tan malo con vosotros, ¿me dais otra oportunidad?

La gente se quedó pensativa y de repente dijo el alcade:

     – ¿Podemos confiar en tí?. Además puede que si confiamos en ti nos engañes otra vez, para poder confiar tienes que prometer que no volverás a ser malo, ¿vale?.

     – Claro que lo prometo incluso he hecho una canción: Bueno, bueno, bueno, bueno siempre yo seré y nunca más mentiré.

La gente le dió un abrazo a Gruñón y así el entendió que la vida es mejor teniendo amigos.

 3.- Blanca y dulce Navidad

 Marta, se despertó con la vista nublada. Se puso sus gafas con montura de color negro con listas rosas. Deprisa se preparó pues llegaba tarde al colegio. Cuando llegó a clase, sacó su libro y cuaderno de matemáticas. Su maestro, Javier le dijo a Marta:

     – ¿Te encuentras bien?

Ella le dijo:

     – Si maestro, lo que si tengo es un poco de frío.

Javier, el maestro le dijo:

     – Ya hemos puesto la calefacción, se te pasará de inmediato.

Marta dijo:

     – Si maestro, gracias.

Estaba entusiasmada pues dentro de una semana sería Navidad. El maestro anunció en clase:

     – Mañana empezaremos a decorar la clase y el colegio.

A Marta le encantaba la Navidad porque siempre ayudaba a su madre a montar y decorar el árbol de navidad, la casa y el belén. A la mañana siguiente decoraron la clase los compañeros de Marta, el maestro y ella. Marta, con mucho entusiasmo contaba las horas. Durante cinco días estuvo esperando impaciente y la noche antes de Navidad, Marta estaba con los ojos como platos. No podía dormir de la ilusión pero a las once de la noche se durmió en el sofá. Quería levantarse viendo el árbol de navidad y el belén. Quería ver la blanca y dulce Navidad con sus hojos en cuanto se levantara, era lo primero que quería ver por que claro, nada mejor que levantarse el día de Navidad viendo la Navidad. Cuando se levantó pegó un brinco del sofá y gritó:

     – ¡YA ES NAVIDAD!.

 Despertó a sus padres, a sus hermanos,… De la alegría que tenía no podía ni mantenerse en pié. Pero unos vecinos no podían celebrarlo por que tenían muy malas circunstancias de vida y no se podían permitir ni siquiera comprarle un juguete a su hija de cinco años que se llama Lucía. A Marta le daba muchísima pena que una niña inocente y pequeña no pudiera recibir ningún regalo. Como no debería ser.

Marta le dijo:

     – Bueno, ¿que quieres para la Navidad?

Pero Lucía muy extrañada le dijo:

     – Emm…, ¿te podría hacer unas preguntas?

Marta le dijo:

     – Claro que si, yo encantada.

Y Lucía le dijo:

     – Bueno, ahí va: ¿que es la Navidad?.

Y Marta con la voz muy extraña y asombrada dijo:

     – Lucía, cielo, no me puedo creer que no sepas lo que es la Navidad. Es el tiempo de las ilusiones, de la alegría de… DE LA FELICIDAD.

Y Lucía más extrañada aún dijo:

     – ¿Qué es una ilusión?

Y Marta respondió:

     – Una… una ilusión la deben tener todos los niños y niñas. Es lo que nos hace únicos y nos hace felices.

Lucía dijo:

     – Me voy.

Y se fue. 

 Marta, para reyes quería ropa y una muñeca Melenca que era muy deseada entre todas las niñas. Marta quería a esa muñeca desde hece mucho tiempo. A ella le dió pena pero…, no querñia deshacerse de su ropa y su muñeca Melenca para dársela a su vecina Lucía porque todo le gustaba mucho. Por la noche, Marta y sus amigos y amigas de clase salieron por las calles cantándoles a los Belenes que habían hecho los habitantes del pueblo. Marta llevó una pandereta y los demás, cascabeles, triángulos, maracas, botellas de anís y más cosas. A la mañana siguiente, Marta escribió su carta a los Reyes Magos y empezó así:

     – Queridos Reyes Magos, este año he sacado muy buenas notas y me he portado muy bien. Me gustaría que me trajeseis ropa y la muñeca Melenca. Si me lo traéis, me haríais muy feliz. Espero que se cumplan los sueños de los demás niños.

Al día siguiente Marta le dijo a Lucía:

     – Perdona si ayer te puse triste o…, te enfadaste conmigo. Pero todavía no acabamos la conversación y me gustaría acabarla.

Lucía le dijo:

     – Vale, puede que me pusieras algo triste,pero bueno, eso es agua pasada y, bueno acabemos esa conversación.

Marta le dijo:

     – Bueno, tu historia me emocionó mucho, pero si no te importa me gustaría saber un poco más de ella.

Lucía le dijo:

     – Vale, dime que quieres saber.

Marta le dijo:

     – Pues lo que haces en tu tiempo libre, tu vida, como te sientes,…

Lucía empezó su historia que era la siguiente:

     – Mis padres no trabajan, vivimos en una casa con muchas grietas, con mucha humedad. Es oscura, con muebles viejos y mis padres y yo, dormimos en unos camastros duros y por la mañana me duel la espalda.

Siguio contando su vida, pero lo que contaba ahora era todo sobre ella.

     – Mi rutina diaria es: me levanto, desayuno un vaso de leche desnatada sin nada acompañandola y luego voy al colegio. Cuando llego lo primero que hago es ayudar a mi madre a preparar la comida y luego friego, barro,… Por la tarde no juego, ni veo la televisión, al contrario ayudo a mi padre en lo que necesite y a mi madre. Una tarde lo que hice fue ayudar a mi padre a arregalr el mini coche que tenemos, pero bueno eso ya lo tengo que hacer para sobrevivir. Esa es mi historia.

A Marta, cuando terminó de contar la historia Lucía, se le saltaron las lagrimas. Miró a esa niña de cara y cuerpo delgado con la cara sucia, ojos verdes y pelo rubio. Se le partió el alma en trocitos. 

A la mañana siguiente, el día de los Reyes, el día cinco de enero, Marta acompañó con mucha ilusión a la carroza de los Reyes. Había varias, pero su rey favorito era Melchor por una simple costumbre que tenía de que le diera él sus regalos. A Marta le dieron la ropa y la muñeca Melenca. Estaba muy contenta pero… su corazón no estaba muy tranquilo he hizo el bien. Tocó la puerta de la casa de Lucía. Ésta le abrió y le dijo:

     – Hola, ¿deseas algo?.

Y Marta le contestó:

     – No, solo venía para darte ésto.

Lucía abrió la bolsa y vió la muñeca y la ropa. Lucía dijo:

     – Gracias amiga, pero creo que no me lo merezco.

Y Marta dijo:

     – Tú te mereces ésto y mucho más.

Y Lucía le dió un gran abrazo a Marta y le dijo:

     – Muchísimas gracias, Marta.

Le sonrió y le dijo:

     – Desde ahora eres mi mejor amiga.

Y Marta muy contenta le dijo:

     – Si.

Estaba muy contenta del gesto que hizo pues se sintió muy bien consigo misma y para ella fueron las mejores Navidades que pudo tener. Así fue la historia, pero Lucía no acabó al final pobre por que los padres de Marta des dieron trabajo a los padres de Lucía.

Así fue la historia de amistad, tristeza, pero sobre todo amistad.

4.- La capa de Baltasar

Todo empezó una noche, Melchor, Gaspar y Baltasar iban repartiendo regalos por todas las casas. Cuando iban por la casa nº 35, Melchor dijo:

     – Uff… ¡Que cansado estoy! ¿Cuántas casas nos quedan en esta ciudad?

     – Unas…cuatrocientas setenta y ocho – respondió Baltasar.

Todos entraron en la casa para poner los regalos al lado de la chimenea, entonces, vieron que encima les habían dejado un aperitivo.

     – ¡Que bien polvorones! – dijo Gaspar mientras la boca se le hacía agua.

Gracias a la magia, llegaron sin tardar mucho hasta la casa 178, era la última de esa ciudad. Cuando ya habían terminado, se disponían a irse cuando Gaspar dijo:

     – Baltasar, ¿dónde tienes tu capa?

Baltasar giró la cabeza y se miró la espalda, no tenía puesta su capa. Todos se preguntaron donde estaría hasta que Baltasar dijo:

     – ¡A lo mejor me la he dejado por alguna parte del pueblo!

Todos se pusieron a buscar por todas partes pero no encontraron la capa.

En ese pueblo, vivía un pastor, un poco pobre que pasaba la noche dentro de una cueva con sus cincuenta ovejas, él estaba dando un paseo por el pueblo y de repente, vió volando la capa de Baltasar, aunque el pastor no sabía de quien era, la siguió hasta que la alcanzó y se la quedó, entonces el pastor dijo:

     – ¡Que bien! ¡Ya tengo algo con lo que arroparme en la cueva!

Pasaron los días y el pastor estaba muy bien con su nueva "manta", mientras que Baltasar estaba preocupado por no encontrar su capa.

Al día siguiente tocaba repartir los regalos por otra ciudad un poco más pequeña que la anterior. Baltasar estaba tan preocupado por su capa que hasta le había sugerido a Gaspar y a Melchor volver al otro pueblo a buscarla.

Gaspar y Melchor no estaban muy convencidos con la idea, así que decidieron ir pero cuando hubieran repartido todos los regalos.

Pasaron dos días hasta que repartieron los regalos, pero por fin llegó el momento, fueron rapidamente y buscaron y buscaron pero tampoco apareció.

En ese momento, vieron al pastor con sus ovejas a las afueras del pueblo y le preguntaron:

     – Perdone, ¿podría usted dejarnos pasar la noche en su casa?

     – Lo lamento señores, pero soy un poco pobre y vivo en una cueva con mis ovejas, dan muy poca lana y solo gano unos diez euros al mes. Lo único que tengo es una almohada, una manta y un manzano – dijo el pastor.

Al oír eso los Reyes Magos se entristecieron, tenían que ayudar a ese hombre de alguna forma.

     – Pero supongo que puede haber suficiente espacio para el que venga – dijo el pastor.

Los Reyes Magos se sorprendieron; aun así, siendo pobre, era la persona más amable que habían conocido.

     – Nos encantaría – respondieron.

Los Reyes Magos acompañaron al pastor y detrás de ellos iban las ovejas.

Llegaron a la cueva. Era más o menos como el sótano de una casa de tamaño mediano, pero a los reyes les sorprendió mucho el partido que le había sacado el pastor a la cueva: entrabas y había unas cuantas piedras (que hacían de sillas) y una roca muy grande (que hacía de mesa), luego había otras rocas que hacían de valla de un corral para meter las ovejas. Más adelante estaban la almohada y la "manta".

Los Reyes Magos entraron con el pastor y las ovejas y se sentaron en las "sillas". El pastor les dijo:

     – Enseguida vuelvo, voy a preparar la cena.

El pastor salió, se subió al manzano y trajo cuatro manzanas. Todos se las comieron y después cuando iban a acostarse, Baltasar vió la capa y dijo:

     – ¿De dónde has sacado eso?

     – ¡Ahh! ¡Me la encontré en el pueblo! – respondió el pastor.

     – Es mía, se me perdió el otro día repartiendo regalos – dijo Baltasar

     – ¡Oh! Lo siento mucho enseguida se la doy.

Baltasar, al ver la cara de tristeza del pastor por perder lo único bueno que tenía dijo:

     – Quédatela, yo ya no la necesito.

El pastor se puso muy feliz, se le notaba en los ojos, pero simplemente dijo:

     – Muchísimas gracias…

Además los Reyes Magos decidieron hacerle al pastor un regalo de Navidad; le buscaron trabajo en una fábrica de lana. El pastor ganó dinero y compró una casa en condiciones. Además Baltasar compró otra capa igual a la suya.

Al final todos quedaron felices.

5.- El pastor misterioso

Érase una vez una familia a la que le encantaba la navidad. Carmen y Juan eran los padres, José y Talia eran los mas pequeños de la casa y Sara era la mayor.

Un día, todos juntos estaban montando el belén. Cuando terminaron se fueron a cenar y despues a dormir.

Por la noche Talia oyó pasos y se levantó, bajó al salón pero no había nadie. Se sentó en el suelo y miró el belén. De repente vió que el opastor faltaba y subió a acostarse para mañana contárselo a su padre. Pero al día siguiente el pastor estaba el belén.

     – Ayer no estaba papá. ¡Te lo juro!… – dijo Talia.

     – Claro, claro….. – dijo su papá

Unas semanas después, se fueron a la casa de sus abuelos en Madrid. Antes de irse Talia le pidió a Sara su cámara de viseo y Sara se la prestó. Talia la puso encima de la chimenea, al lado del belén, la enchufo y se fueron. Todos se lo pasaron muy bien en Madrid… Cuando volvieron después de cinco días, Talia fue corriendo al salón tirando de su padre, él le preguntó que quería hacer y ella dijo:

     – Ya lo verás.

Cuando Juan vió la cámara enchufada, regaño a Talia y la castigó. Por suerte a Talia le dio tiempo de coger la cámara. La encendió y vió su belén normal, como estaba siempre y segundos después, un brillante resplandor. Apareció el pastor de su belén, solo que en tamaño real. Salía por la puerta y bajaba y subía dando vueltas por todo el pueblo. Talia pensó que estaba buscando algo y entonces oyó que cantaba:

     – ¡Ovejas venid! no puedo esperar a adorar al niño que ha nacido ya.

Cuando terminó el castigo, Talia bajó y le enseñó el video a José. José se quedó asombrado y le quitó la cámara a su hermana. Les enseñó el video a sus padres pero ellos no les hicieron caso y ni siquiera miraron el video. Talia se dio por vencida, porque no podía explicarse lo que había pasado y esperó a la noche.

Cuando llegó la noche, Talia bajo las escaleras y volvió a ver al pastor, que se asustó. El pastor le explicó que había perdido a sus ovejas. Talia, pensativa, le dijo:

     – No las has perdido, lo que pasa es que, mi hermano, las ha perdido todas y hemos decidido no poner ninguna este año.

     – ¿Y ahora que hago yo sin mis ovejas? ¿Qué le ofrezco al niño Jesús? – dijo el pastor

Talia se puso a buscar una solución, aunque lo único que se le ocurrió fue ir a la tienda a comprar unas ovejas nuevas. En ese momento, alguien bajo las escaleras, era Juan, su padre, que los había escuchado hablar y quería ver que pasaba.

     – ¡Corre! ¡Métete en el belén otra vez! – dijo Talia muy nerviosa.

El pastor volvió a meterse en el belén rápidamente y en ese momento su padre entró:

     – ¿Qué estás haciendo? ¿Con quién hablabas? – dijo el padre.

     – Mmm…nada, con nadie, no tenía sueño y baje a… – dijo Talia.

En ese momento el padre salió del salón, no quería explicaciones a las tres de la madrugada, así que volvió a su habitación.

     – Todo despejado, puedes salir – dijo Talia.

El pastor volvió a salir del belén y dijo muy nervioso a Talia:

     – ¿Qué hacemos? ¡Es 23 de diciembre y no tengo nada que darle al niño Jesús!

Talia siguió pensando poque se acordó de que las tiendas estaban cerradas. Le dijo al pastor que se volviera a meter en el belén y descansara, ella mientras intentaría encontrar las ovejas.

Aunque no hubo resultado en la busqueda de las ovejas, encontró las gallinas y las dejó en el belén. Después subió a su habitación y se durmió.

Al día siguiente, a las cuatro de la tarde, Talia estaba en el salón viendo la televisión cuando de repente el pastor salió, esta vez, acompañaso de cuatro gallinas y de sus ovejas:

     – ¡Talia! Tengo a mis ovejas y a unas gallinas – dijo el pastor.

Talia se puso muy contenta de que hubiera encontrado a sus ovejas, además ella le explicó que ella había encontrado a las gallinas. El pastor le dió las gracias a Talia y le explico que él no había encontrado a las ovejas, que las ovejas habían vuelto con él. Ahora, en vez de no tener nada que ofrecerle al niño Jesús, tenía dos cosas.

Todos se lo pasaron genial en Navidad. 

6.- La bola de Navidad.

Hubo una vez en un pueblo una familia que no tenía mucho dinero. Esa familia tenía dos hijas. La mas pequña se llamaba Sonia. La más grande se llamaba Laura. Tenía los ojos azules y un pelo muy largo y rubio, era un poco orgullosa y también un poco egoísta.

Faltaban diez días para Navidad y Laura estaba muy contenta porque le iban a regalar muchos regalos. Ella sabía que su familia no era muy rica pero ella pensaba que en Navidad aunque no tuviera mucho dinero le regalarían muchos regalos.

La familia de Laura tenía una tradición muy particular. Consistía en hacer una fiesta una semana antes de Navidad para estar con toda la familia por si en Navidad se tenía que ir alguien de viaje o algo parecido.

Llego el día de la celebración y Laura estaba muy contenta porque en esta fiesta sabe que le regalaran muchos regalos.

Iban llegando invitados. Laura se dió cuenta de que había muy poca gente que traía regalos. Cuando todos los invitados llegaron, Laura empezó a abrir regalos. Todos los invitados se pusieron alrededor de ella y de su hermana:

     – ¿Te gusta lo que te he regalado Laura?

      ¡Si, claro abuela!

Todos le preguntaban lo mismo pero aunque ella decía que sí, en realidad no le gustaban nada. Le regalaron una bufanda tejida a mano, unos guantes, un vestido que no le gustaba nada, dos camisetas y tres peluches. Ella se desilusionó porque pensaba que le iban a regalar cosas más interesantes como un móvil o mp3.

Pero lo más extraño fue que se encontró una bola dorada. Aunque era bonita y extraña, no le gustó nada.

Cuando terminó la fiesta ayudó a su madre a recogerlo todo:

    – ¿ Te ha gustado la fiesta?

    – Si, mamá

    ¿ Y los regalos?

    – Bueno, no están tan mal, pero yo me esperaba regalos más interesantes.

     – Sabía que no te iban a gustar

     – Pero lo más extraño es que me han regalado una bola extraña.

     – Habrá sido de tu tía Margarita, que siempre regala cosas extrañas.

     – Podrá ser

Después de estar un rato mas charlando, Laura se puso el pijama y se fue a su cuarto. Estuvo un rato observando la bola.

     ¿ Por qué me tiene que pasar esto a mí?. Siempre igual.Cuando me regalan algo, es una tontería. Ojalá me hubieran regalado un móvil o algo parecido.

De repente la bola brilló. Laura se asustó, la dejó en su mesita y se acostó. A la mañana siguiente cuando bajó las escaleras vio que en el árbol de navidad había un regalo. Lo abrió y había un móvil.

Ella se quedó muy sorprendida y fue corriendo a buscar a su madre.

     ¡Mamá, mamá!

    ¿ Qué pasa hija?

    – Gracias por comprarme un móvil.

    ¿Un móvil?. Yo no te he comprado ningún móvil.

     – Pues mira el que tengo aquí.

    – Pero si ese móvil es muy caro, trae dámelo, lo devolveré a la tienda.

    -¡Pero mamá!

    – He dicho que me lo des!

Laura se lo dio a su madre. Ella no sabía cómo había pasado, pero de repente pensó en la bola. Se dio cuenta de que podía ser posible que fuera mágica, Deseó otra cosa y se cumplió. Se puso muy contenta porque todo lo que deseaba se hacía realidad. Pero cada vez que deseaba algo su madre se lo quitaba porque no sabía de dónde lo sacaba. Laura se ponía cada vez más furiosa y por mucho que le explicara a su madre lo de la bola, su madre no la creía.

Quedaban menos días para Navidad y Laura estaba cada vez más furiosa porque cada vez que deseaba algo su madre luego se lo quitaba. Faltaban cuatro días para Nochebuena. Laura estaba muy contenta porque le encantaba la Nochebuena. En la cena. su mamá estaba muy contenta y Laura le preguntó qué le pasaba:

     – Bueno creo que ya es hora de contaroslo, ¿no, papá?

     – Si, creo que sí

     – El qué, el qué

    – Pues… ¡Vais a tener otro hermanito!

    – ¿ Quéee? ¿Otro hermano?

     – Sí, otro hermano. ¿Es que no te gusta tener otro hermano?

     – Puesno, no me gusta. Ya éramos muchos y ahora viene otro a la familia y ni siquiera teniamos dinero para nosstros ahora otro más ¡genial!  

     – No digas eso, ya verás como lo solucionamos.

     – Si claro, ya se cómo la vamos a solucionar, con menos regalos, menos ropa, nada de lo que tienen los otros. ¡ No quiero tener a ese estúpido hermano! 

     – ¿Cómo te has atrevido a decir eso?. Ahora mismo te vas para tu cuarto ¡venga, vete!. Laura se fue para su cuarto llorando. Estaba tan furiosa que tiró la bola de Navidad mientras que decía:

     – ¡Ojalá que no tuviera esta familia!. La tiró y se rompió. Ella se fue a la cama.

A la mañana siguiente apareció en una habitación super lujosa. Laura estaba nuy sorprendida, no sabía dónde estaba. De repente vino una mujer con una bandeja.

     – ¿Quién eres tú?

     – Soy tu sirvienta y te traigo el desayuno.

     – Yo no tengo ninguna sirvienta y ¿Qué hago aquí?

     – Esta es tu casa y te repito que yo soy tu sirvienta.

     – Voy al baño, por cierto, ¿Dónde está?   

     – Está en el fondo del pasillo, pero eso ya lo sabes.

Laura fue al baño y se pegó tantos pellizcos como pudo. Se dio cuenta de que lo que estaba pasando era verdad.De repente se acordó de la bola y pensó que podía ser de eso.

Conoció a su nueva mamá y su nuevo padre. Echaba de menos a su padre y su hermana. Pasó dos días geniales pero seguía echando de menos a su familia.En solo dos días se cansó de ser una persona rica. Fue a buscar la bola.Cuando la encontró estaba hecha pedazos. Deseó volver a su vida de siempre, pero no funcionó. Lo intentó muchas veces, pero no pudo. Pensó que seguramente por la mañana todo volvería a la normalidad.

A la mañana siguiente seguía estando en esa casa. Cogió la bola y volvió a desearlo, pero no lo consiguió. Se puso muy nerviosa porque pensaba que no iba a poder ver más a su mamá y a su papá ni tampoco a su hermana y los echaba mucho de menos. Pensaba que siempre se iba a quedar en ese mundosin poder volver a ver a su familia, y quería pasar la Nochebuena con su verdadera familia.

Llegó la noche y como vio que ya no iba a estar más con su familia, se echó a llorar

Derramó una lágrima sobre la bola y de repente brilló.

Al día siguiente se encontraba en su casa, con su verdadera familia. Se alegró mucho. Bajó deprisa y abrazó a su madre, a su padre y a su hermana.

     – Pero, ¿qué te pasa?

     – Que me alegro de estar con vosotros.

     – Pero si siempre estás con nosotros, solo te fuiste anoche a la cama y ya está.

     – ¿ En serio? ¿ Es veinticinco, no es veintiseis?

     – No

     – Pero si yo estuve… y luego…

     – Te pasa algo, hija

     – No mamá, no me pasa nada. Bueno en realidad si que pasa, que te quiero pedir perdón por todo lo de ayer, no quería haber dicho eso y me alegro de tener un hermano.

     – Bueno, te perdono

     – Sabes mamá, te quiero mucho.

     – Y yo a ti, hija    

     – Bueno vamos a hacer el árbol de Navidad, ¿no?

    – Si claro

Laura comprendió que tener muchas cosas no te hace feliz si no tener una familia que te quiere mucho y te apoya cuando más lo necesitas.

      

  

Alumnos/as de entre 13 y 16 años

* No se han presentado trabajos

Una vez evaluados los trabajos presentados por los distintos jurados, éstos han merecido las siguientes calificaciones:

                Títulos   1  2  3  4  5  6
 Los regalos Perdidos  (39)  6  6  6  6  7  8
 El Muñeco de nieve que hablaba(41,5)  7  7  6  7  7,5  7
 El Pastor Misterioso (44,5)  8  7,5  7  7  8  7
 La Capa de Baltasar (45,5)  8  7,5  7  7  9  7
 Los Copos de Nieve (34)  5  6  5  5  7  6
 Blanca y Dulce Navidad (45,5)  8  6,5  6  9  8  8
 El Duende de las manos Largas (41,5)  7  6,5  6  8  8  6
 La Bola de Navidad (46,5)  7,5  6,5  7  9  8,5  8

A la vista de las valoraciones efectuadas por los seis jurados, han resultado ganadores de la actual convoicatoria de Cuentos Navideños:

A) CATEGORÍA  "A"  (Alumnos/as de 6 – 7 y 8 años)

     –Javier Ruiz-Burruecos  González 

B)  CATEGORÏA "B"  (Alumnos/as de 9 – 10 – 11 y 12 años)

     –  Elisabeth  Muñoz  Sánchez

C(  CATEGORÍA "C"  (Alumnos/as de 13 -14- 15 y 16 años)

      – No se han presentado trabajos.

 

El próximo día 10 de los corrientes (Jueves), a las 19 horas, en el Salón de actos de nuestro Ayuntamiento, el Sr, Alcalde entregará los premios a los ganadores de las distintas categorías así como diplomas y otros regalos a todos los participantes.